El Papa: todos debemos santificarnos en nuestra vida cotidiana
El Papa: todos debemos santificarnos en nuestra vida cotidiana
¿Padre, se puede ser santos en la vida de todos los días?; - Sì se puede!
“Que el Señor nos dé la esperanza de ser santos”. Este fue el deseo del papa Francisco en la audiencia de este miércoles, y explicó que la santificación en la vida cotidiana es un objetivo de todos los cristianos.
“Pero alguien podría preguntarme:
— ‘¿Padre, se puede ser santos en la vida de todos los días?’
— Sí se puede.
— ‘¿Esto significa que tenemos que rezar durante todo el día?’.
– No, significa que uno tiene que hacer su deber todo el día, rezar, ir al trabajo, cuidar a los hijos”.
Y el Pontífice precisó: “Hay que hacer todo esto con el corazón abierto hacia Dios, de manera que en el trabajo, en la enfermedad y en el sufrimiento, y también en las dificultades, estar abiertos a Dios. Y así uno puede volverse santo”.
Después de explicar cómo es la santificación el la vida diaria exhortó: “Que el Señor nos de la esperanza de ser santos”.
“¡No pensemos que es algo difícil, que es más fácil ser delincuentes que santos! No. Se puede ser santos porque nos ayuda el Señor y es Él quien nos ayuda. Es el gran regalo que cada uno de nosotros puede devolver al mundo” dijo.
Y deseó que “el Señor nos de la gracia de creer tan profundamente en Él, que podamos volvernos imagen de Cristo en este mundo. Nuestra historia necesita ‘místicos’. Tiene necesidad de personas que rechazan todo dominio, que aspiran a la caridad y a la fraternidad. Hombres y mujeres que viven aceptando también una porción de sufrimiento, porque se hacen cargo de la fatiga de los demás. Y sin estos hombres y mujeres el mundo no tendría esperanza”.
“Por esto les deseo a ustedes –concluyó– y lo deseo también para mi, que el Señor nos de la esperanza de ser santos”.
El santo padre Francisco llegó este miércoles para la audiencia general en la plaza de San Pedro en el jeep abierto, saludando a los miles de fieles que allí le esperaban coreando, cantando y agitando pañuelos y banderas. Como de costumbre el Santo Padre besó y bendijo a diversos niños y ancianos.
El Pontífice prosiguió sus catequesis sobre el tema de la esperanza, relacionándolo con los santos, en cuanto testimonios y compañeros.
En su resumen en español indicó que “nuestra vida como cristianos está marcada por la presencia poderosa de la mano de Dios que nos sostiene. Y, también, por la asistencia discreta de los santos, hermanos y hermanas ‘mayores’ que han recorrido nuestro mismo camino, que han sufrido nuestras mismas penalidades y que viven ya para siempre con Dios”.
“Su existencia nos asegura que la vida cristiana no es un ideal inalcanzable, sino posible con la gracia de Dios”, prosiguió el Papa.
E indicó que “ la carta a los Hebreos define la presencia de los santos en nuestra vida con la expresión «una nube ingente de testigos». Ellos nos rodean invisiblemente, y su compañía e intercesión se hace evidente en los momentos culminantes de nuestro caminar cristiano: como en el Bautismo, donde por primera vez se invoca su intercesión para que Dios nos ayude en la lucha contra el mal”.
“En el matrimonio, para que conserve en el amor y la fidelidad a los esposos que inician el ‘viaje’ de la vida conyugal. En la Ordenación sacerdotal, donde toda la Asamblea, guiada por el obispo, implora su intercesión en favor del candidato. Y así, también en otras circunstancias de nuestra peregrinación”.
“Somos polvo -aseguró el Pontífice- pero amasados con el amor de Dios, y que fieles a esta tierra amada por Jesús, caminamos decididamente hacia la patria definitiva, guiados por una sólida esperanza”.
Al final exhortó: “Que el Señor nos conceda la gracia de ser santos, de convertirnos en imágenes de Cristo para este mundo, tan necesitado de esperanza, de personas que rechazando el mal, aspiren a la caridad y a la fraternidad.
¿Padre, se puede ser santos en la vida de todos los días?; - Sì se puede!
“Que el Señor nos dé la esperanza de ser santos”. Este fue el deseo del papa Francisco en la audiencia de este miércoles, y explicó que la santificación en la vida cotidiana es un objetivo de todos los cristianos.
“Pero alguien podría preguntarme:
— ‘¿Padre, se puede ser santos en la vida de todos los días?’
— Sí se puede.
— ‘¿Esto significa que tenemos que rezar durante todo el día?’.
– No, significa que uno tiene que hacer su deber todo el día, rezar, ir al trabajo, cuidar a los hijos”.
Y el Pontífice precisó: “Hay que hacer todo esto con el corazón abierto hacia Dios, de manera que en el trabajo, en la enfermedad y en el sufrimiento, y también en las dificultades, estar abiertos a Dios. Y así uno puede volverse santo”.
Después de explicar cómo es la santificación el la vida diaria exhortó: “Que el Señor nos de la esperanza de ser santos”.
“¡No pensemos que es algo difícil, que es más fácil ser delincuentes que santos! No. Se puede ser santos porque nos ayuda el Señor y es Él quien nos ayuda. Es el gran regalo que cada uno de nosotros puede devolver al mundo” dijo.
Y deseó que “el Señor nos de la gracia de creer tan profundamente en Él, que podamos volvernos imagen de Cristo en este mundo. Nuestra historia necesita ‘místicos’. Tiene necesidad de personas que rechazan todo dominio, que aspiran a la caridad y a la fraternidad. Hombres y mujeres que viven aceptando también una porción de sufrimiento, porque se hacen cargo de la fatiga de los demás. Y sin estos hombres y mujeres el mundo no tendría esperanza”.
“Por esto les deseo a ustedes –concluyó– y lo deseo también para mi, que el Señor nos de la esperanza de ser santos”.
El santo padre Francisco llegó este miércoles para la audiencia general en la plaza de San Pedro en el jeep abierto, saludando a los miles de fieles que allí le esperaban coreando, cantando y agitando pañuelos y banderas. Como de costumbre el Santo Padre besó y bendijo a diversos niños y ancianos.
El Pontífice prosiguió sus catequesis sobre el tema de la esperanza, relacionándolo con los santos, en cuanto testimonios y compañeros.
En su resumen en español indicó que “nuestra vida como cristianos está marcada por la presencia poderosa de la mano de Dios que nos sostiene. Y, también, por la asistencia discreta de los santos, hermanos y hermanas ‘mayores’ que han recorrido nuestro mismo camino, que han sufrido nuestras mismas penalidades y que viven ya para siempre con Dios”.
“Su existencia nos asegura que la vida cristiana no es un ideal inalcanzable, sino posible con la gracia de Dios”, prosiguió el Papa.
E indicó que “ la carta a los Hebreos define la presencia de los santos en nuestra vida con la expresión «una nube ingente de testigos». Ellos nos rodean invisiblemente, y su compañía e intercesión se hace evidente en los momentos culminantes de nuestro caminar cristiano: como en el Bautismo, donde por primera vez se invoca su intercesión para que Dios nos ayude en la lucha contra el mal”.
“En el matrimonio, para que conserve en el amor y la fidelidad a los esposos que inician el ‘viaje’ de la vida conyugal. En la Ordenación sacerdotal, donde toda la Asamblea, guiada por el obispo, implora su intercesión en favor del candidato. Y así, también en otras circunstancias de nuestra peregrinación”.
“Somos polvo -aseguró el Pontífice- pero amasados con el amor de Dios, y que fieles a esta tierra amada por Jesús, caminamos decididamente hacia la patria definitiva, guiados por una sólida esperanza”.
Al final exhortó: “Que el Señor nos conceda la gracia de ser santos, de convertirnos en imágenes de Cristo para este mundo, tan necesitado de esperanza, de personas que rechazando el mal, aspiren a la caridad y a la fraternidad.
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