5 Razones por las que el Magnificat tiene que ver con la Semana Santa


5 Razones por las que el Magnificat tiene que ver con la Semana Santa

Semana Santa es un tiempo de reflexión, de conversión, de dolor y de alegría porque Cristo ha muerto y ha resucitado de entre los muertos regalándonos la posibilidad de una vida libre, plena, feliz y eterna.
La imagen de María acompaña las liturgias y procesiones de esta semana. La vemos sufrir al lado de su Jesús, lo acompaña en cada caída y su corazón es atravesado por el dolor más intenso que una madre pueda sentir: la muerte de su hijo. María no huye del dolor, no se esconde. Presencia el sacrificio, de pie al lado de la Cruz, envuelta de dolor pero con una fe y una confianza mucho más grande. Gracias a  su sí y a su fidelidad al plan de Dios, la Salvación del mundo fue posible. A una corta edad y sin pensar en las consecuencias esto traería a su propia vida, acepta el encargo de Dios ciega y confiadamente.
Pocas son las palabras que conocemos directas de la boca de la Virgen María. Al lado de la Cruz ella permanece en silencio, desbordada por el dolor. El Magnificat es una de estas pocas ocasiones en que ella habla y debe ser algo tan importante lo que dice que nos acompaña todos los días en la oración de las vísperas.

«María dijo entonces: “Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador, porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso he hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre”». (Lc 1,46-55)

Es curioso, si el Magnificat es una oración de alabanza, de júbilo, de un corazón enamorado y en la oración de las vísperas se venera la memoria de la sepultura de Jesucristo y su descenso de la cruz, ¿cómo se relacionan ambas? En estos 6 puntos te lo revelamos. Que esta explicación te sirva como guía para tus meditaciones sobre María en Semana Santa y se queden contigo todos los días:

1. El Magníficat nos recuerda la relevancia del sí de María

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El sí de María permite la Salvación del mundo. Es un sí que se nos muestra como guía, un sí que solo puede ser dado con un corazón lleno de amor a Dios. La confianza y fe de María son posibles porque su corazón está lleno de Dios. Incluso sabiendo que tendrá que atravesar una Cruz, aún así María se alegra porque sabe que su acción repercutirá en la felicidad y justicia de los hombres y Dios la ha recompensado con el reconocimiento de todas las generaciones.

2.  El Magnificat nos presenta una nueva mirada de Dios que se revela en el sacrificio de su Hijo

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«En el Magnificat cambia esa mirada de temor y lejanía que sobre Dios se tenía en el Antiguo Testamento. María nos muestra en este cántico que el poder de Dios tiene que ver con la misericordia, ella se ve así misma con los ojos de Dios, confronta su pequeñez, su humildad, con las grandeza de la obra del Padre (Jesús en su vientre) y lo muestra cercano. Es un Padre que nos ama infinitamente y que por nuestra Salvación está sacrificando nada menos que a Su Hijo y ella responde a la altura como su sierva.María, colmada de dones divinos, no se detiene a contemplar solamente su caso personal, sino que comprende que esos dones son una manifestación de la misericordia de Dios hacia todo su pueblo. En ella Dios cumple sus promesas con una fidelidad y generosidad sobreabundantes» (Catequesis de Juan Pablo II 6-XI-96).

3.  Jesucristo renueva al mundo y el Magnificat adelanta esta nueva realidad

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En este canto María expresa la renovación del mundo, donde el orden de importancia ahora cambia, en primer lugar estará el amor, los pequeños, los humildes. Es Jesús que viene a renovarlo todo y a dar esa justicia el que mundo reclama. María nos adelanta esto en el Magníficat y nos presenta de alguna manera una nueva forma de vivir, sobria, con una mirada crítica al  mundo que nos cuestiona en qué estamos poniendo nuestros anhelos.
«Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías».

 4. Cristo libera al mundo y el Magnificat nos revela que significa vivir esta libertad

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Cristo ha venido a liberarnos de la muerte. Y María a través de este canto nos muestra cómo es vivir esa libertad conquistada por Cristo en la Cruz. Es una libertad que se caracteriza por la confianza, por un amor infinito y por la capacidad de mirar el rostro de Dios y experimentar es alegría que la sobrepasa y la hace plena. Una alegría producto de encontrarse libre de pecado y capaz de recibir las grandezas de Dios y comunicarlas a todos. La derrota del pecado mediante el sacrificio de Cristo en la Cruz, es la que nos permitirá experimentar ese mismo júbilo que María manifiesta en el Magnificat.

5. EMagnificat es un modelo de oración personal

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Esta pequeña oración tiene dentro suyo la historia de la Salvación del mundo, y la alegría de nuestra Madre por amar y saberse amada. Repetirla todos los días y en especial en estos días de Semana Santa nos van a ayudar a formular nuestros propios Magnificat, a cultivar en nuestros corazones una oración llena de alegría, entusiasmo, confianza y júbilo por sabernos amados infinitamente y atrevernos a elevar una alabanza personal con un corazón renovado en María para llegar a Cristo.
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