¡Felicidades a los que llevan este nombre!
Lea, Santa
Viuda, 22 de marzo
Martirologio Romano: Conmemoración de santa Lea, viuda romana, cuyas virtudes y cuya muerte recibieron las alabanzas de san Jerónimo († c.383).
Viuda, 22 de marzo
Martirologio Romano: Conmemoración de santa Lea, viuda romana, cuyas virtudes y cuya muerte recibieron las alabanzas de san Jerónimo († c.383).
Breve Biografía
De "la santísima Lea", como
la llama san Jerónimo, sólo sabemos lo que él mismo nos dice en una especie de
elogio fúnebre que incluyó en una de sus cartas. Era una matrona romana que al
enviudar - quizá joven aún - renunció al mundo para ingresar en una comunidad
religiosa de la que llegó a ser superiora, llevando siempre una vida
ejemplarísima.
Estas son las palabras insustituibles de san Jerónimo:
Estas son las palabras insustituibles de san Jerónimo:
"De un modo tan completo se
convirtió a Dios, que mereció ser cabeza de su monasterio y madre de vírgenes;
después de llevar blandas vestiduras, mortificó su cuerpo vistiendo sacos;
pasaba las noches en oración y enseñaba a sus compañeras más con el ejemplo que
con sus palabras".
"Fue tan grande su humildad y sumisión, que la que había sido señora de tantos criados parecía ahora criada de todos; aunque tanto más era sierva de Cristo cuanto menos era tenida por señora de hombres. Su vestido era pobre y sin ningún esmero, comía cualquier cosa, llevaba los cabellos sin peinar, pero todo eso de tal manera que huía en todo la ostentación".
"Fue tan grande su humildad y sumisión, que la que había sido señora de tantos criados parecía ahora criada de todos; aunque tanto más era sierva de Cristo cuanto menos era tenida por señora de hombres. Su vestido era pobre y sin ningún esmero, comía cualquier cosa, llevaba los cabellos sin peinar, pero todo eso de tal manera que huía en todo la ostentación".
No sabemos más de esta dama penitente,
cuyo recuerdo sólo pervive en las frases que hemos citado de san Jerónimo. La
Roma en la que fue una rica señora de alcurnia no tardaría en desaparecer
asolada por los bárbaros, y Lea, «cuya vida era tenida por todos como un
desatino», llega hasta nosotros con su áspero perfume de santidad que desafía
al tiempo.
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